Y dónde quedaron los poetas, las formas, los antisociales, los feministas y los perros? Dónde quedaron las ganas de muerte? Dónde se fueron oh poetas de cuneta! que alguna vez me dijeron-entre líneas- lo terriblemente poco auténtico que soy? 

No me basta describir la noche y sus injurias,
no basta el silencio,
ni me basta el caos,
me tranquiliza el armonioso canto de la sequía,
la sequía poética...tan conocida por todos nosotros.

Yo hablo de nosotros porque supongo estamos en alguna sintonía obligada,
y porque claro, de no haber nosotros no habría un yo escribiendo ahora,
forzadamente,
hipócrita como siempre,
pero buen chato-como dicen-,
lector mediocre
y soñador limitado.

Nosotros somos lo que no ha sido nunca,
y eso que no ha sido nunca,
no ha sido por muchas causas,
una de esas es la obsesiva búsqueda del control,
el control; el dominio,
la hegemonía !-que algunos criticamos tanto-

El poder al fin y al cabo es uno solo,
político o poético, da casi-exactamente lo mismo,
"la poesía no puede ser usada como panfleto"
"no se corte las venas mijito, sea más positivo"
hegemonía,
ego-poder,
dominio de ellos sobre nosotros,
pero atención!
nosotros no existe,
somos como las revoluciones chilenas,
como cachorros en guerra con su cola,
eso somos, la cola,
viva, muerta, sangrando,
da igual,
ese "nosotros" que inconscientemente ideamos
es un espejismo,
¿dónde están los poetas de cuneta?
¿dónde quedaron las ganas de muerte?
Yo no tengo la respuesta,
pero si algunas hipótesis,
estamos tan vivos que incluso la desgracia nos parece un don,
entonces,
¿por qué ir buscando la deshumanización?
¿por qué marginarlos a ellos?

No me basta con describir la noche,
no me basta el día,
no me basta la noche,
no me basta el dolor,
no me basta el placer,
no me basta nada,
iré caminando sobre cadáveres,
imaginando en cada paso que encuentro el mío,
entonces los llamaré y le diré: hermanos ¿ dónde hemos perdido las ganas de asesinarnos?
y ustedes me dirán: aun las tenemos!
Entonces voy a llorar por fin,
voy a mirar el cielo
y voy a llorar más aun,
voy a seguir caminando
y cuando encuentre mi cadáver
los voy a llamar de nuevo,
y cuando vengan
la sequía se habrá ido,
el llanto entonces será el óvulo de la sequía,
y ustedes poetas todos, sentirán el deseo de la muerte,
pero la muerte,
incluso la muerte, se habrá cansado de mirarnos,
prenderá un último cigarrillo
y nos dejará
eternamente condenados a buscar un nosotros
que nosotros mismos hemos sepultado.