Yo no soy un poeta de escuela,
no construyo rimas,
no sé de métrica,
no conozco los órdenes adecuados,
no sé de poesía,
no sé de literatura,
no sé de muchas cosas en realidad.

Yo soy un observador impaciente,
y pesimista,
pseudo poeta desesperado de la vida,
inseguro,
obsoleto,
plageador inconsciente,
no sé de poesía,
no sé de nada.

Soy un latinoamericano avergonzado
de sus raíces europeas,

¿Dónde están los artistas hambrientos?
Escribiendo de lo hermoso de la vida de seguro...
retratando los lujosos platos vacíos,
cantándole a la sociedad moderna
tan justa con los poetas hambrientos.

No me hablen entonces de armonía,
no me vengan con la estética
y lo bello,

El poeta tiene ojos de poesía,
sangre carnavalesca,
roja como el vino,
rojo como la misma sangre,
los cánticos alegres son para los
felices y para los curitas,

Para los hambrientos
la música nace del golpe de los látigos
en las espaldas infantiles,
de la mierda rozando los guantes de goma,
de la tragedia de la vida
y del trabajo,
de la realidad encantadora
de las manos viejas
y doctas en limpieza
y engranajes,

¿Dónde está el arte, dónde quedó la poesía?
-Se preguntarán los padres de lo bello-
Aquí no hay tiempo ni espacio
para los débiles,
no hay papel para los optimistas,
tan críticos,
tan ortodoxos...

Las venas están rotas,
y la sangre que chorrea
es el vientre de la poesía,
hoy,
aquí,
en Chile lindo,
cuna de poetas
y tumba de los mismos,
los tronos son para los otros,
para los felices ciegos
que miran y
ven florecer la rosa en un infierno terrenal,
para esos que ven su arte
en la cuna trágica
de los poetas hambrientos
y sus aliados.

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