Finalmente llegué a ti, aguanté un par de horas y me di por vencido. 
Aprendí mucho, si lo hice, pero ya se me olvidó. 

Las razones, los motivos, acaso los deberes que otorgan sentido, toda esa masa asquerosa nos está ahogando. Tu lograste salir, y yo me quedé aquí. Nuestros ojos se han posado en un futuro incierto ( tan deseado, pero incierto), tus manos ya empezaron a tejer, tus pies ya empezaron a andar, vas lenta e insegura, pero vas, vas abriendo las aguas negras. Yo te miro desde aquí, temeroso y sufriente, porque yo sufro amor, tu sabes que sufro, la sonrisa no me la saca nadie, pero esa es una imposición más, una flecha que debo sacar pronto. 

Escribo esto de puro egoista, o de desesperado tal vez. No me encuentro, por primera vez no me hallo, y no sé amor, quisiera que todo desapareciera, deseo que la vida se alce majestuosa en los territorios de la muerte. No estoy hablando de batallas perdidas, tampoco de confusiones, yo soy el de siempre, cuidadoso, temeroso, lleno de amor, obsoleto, defectuoso, No, no estoy hablando de batallas perdidas. 

Malas combinaciones, mezclas erráticas, tu y yo en medio del desierto, bajo la luna triste, sobre pisos voladores, tu y yo, en la cima de los perdidos. Ya pisamos el infierno una vez, ya nos vimos la cara en el fuego, y qué hay después? Hoy podría ser el día final, podrías perder la cordura, quizás ganar la batalla y perder la guerra.

Tienes que cambiar de órbita, dejar de escuchar. Allá afuera está lleno de conversadores, de amantes institucionales y pasionales demócratas, ten cuidado amor, la decadencia se viste de éxito y no debes olvidar que vivimos en la ciudad. Verás pasar la bocas eruditas, los cerebros brillantes, verdaderos filósofos del cemento y la publicidad, en este lugar amor, conviven la jerarquía y sus adictos. 

Nosotros tenemos que escondernos, aguantar un poco más, en silencio, siendo únicamente aparecidos, simpáticos, especiales, adolescentes soñadores, hipócritas y lo más importante, vagonetas en busca de la madurez. 

Ahora que estás afuera, ahora que eres más libres, hoy, que estás más temerosa que nunca, debes dejarte en paz y declarar una nueva guerra. No te fíes de los discursos relativistas, esos solo quitan pasión, no creas en las libertades románticas, porque no existe y nunca han existido. Sigue a paso firme, como lo has hecho siempre, pero esta vez con la boca abierta, esta vez quemándolos a todos, sin excepción. 

Fuiste la gota que rebalsó el vaso, fuiste la página triste, el soneto olvidado, el vómito celeste encadenado por los ciegos, fuiste, fuiste, pero ya no, solo fuiste.

Serás la furia, la verdad avasallando a los adictos, serás la cura más dolorosa, el pecado mortal, serás cadenas rotas y oscuridad profunda, serás la vela eterna, el horizonte más lejano, serás la libertad en persona, el descontrol absoluto. Vendrán todos a verte y de seguro huirán, porque es obvio, no están listos ni quieren estarlo. Verán tus sonrisa clavada en los egos y en los miedos colectivos, verán tu espalda furiosa en las garras de la ley...

Iremos amor,
ten paciencia e ira,
iremos,
pronto, muy pronto.






2 comentarios:

Julie dijo...

Hay que subir al cerro y mirar la cima de igual a igual para adquirir tranquilidad.

Jota A. dijo...

Insisto: la parcela te está esperando.

(si lo que escribiste lo pudiese leer en papel, destacaría tu escrito casi por completo; no como receta mágica; no como "pendientes a realizar"; sino que, en caso de que a futuro me aburra la bohemia, pueda recordar que el silencio no es sinónimo de soledad).

Un abrazo enorme, Fá!

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