El público se estremece con la mínima muestra de dolor. Llevo años tratando de decifrar el acertijo, pero al parecer la única respuesta que puede existir tiene dos condiciones. La primera es que no necesariamente es correcta. Y la segunda es que tal vez no exista.

Parece desorbitante el hecho de mirar la realidad y verla tan eterna, tan llena de misterios. Pura mística, pura imaginación. La verdad es otra. La utopía está de moda hace siglos y nadie parece percatarce de que la aclamada "secuencia coherente" ( llamada coloquial y muy ridiculamente "razón") de sus actos no debería permitirles creer en cosas como esas, inventadas por algún chascón idealista.

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