En estos días de neutralidad, las olas cálidas se asoman tímidas,
vienen a tocar mi puerta y preguntan, siempre preguntan si pueden entrar,
y yo no digo nada, solo miro y espero,
y todo desaparece,
y me encuentro solo mirando la infinidad de posibilidades,
trazando una línea de fuego para que nadie entre,

entonces cierro los ojos,
dos segundos,
los abro y el mundo está incendiándose,
las olas cálidas se han ido,
pero escucho su carcajada tímida retumbando en mis oídos,
como si la paradoja fuera la vida y el ser humano la piedra que  se quema
y que sirve para ser lanzada,
pateada,
admirada, filosofada, y etcétera, etcétera.

Nuestros pies no han dejado de moverse,
caminamos como siempre lo hemos hecho,
pero esta vez, esta temporada
los pasos que damos dejan huellas negras en nuestros propios caminos,
estamos saliendo de la ruta segura,
no hay más que ver aquí,
no hay más que sufrir aquí, nuestra fortuna se está acabando,
debajo de qué nos metemos,
a cuál origen corremos?

Y cuando digo que no quiero oír nada, soy sincero,
y eso no quiere decir que tu lengua no haga lo suyo,
mis deseos llevan siglos ocultándose,
soy un masa que camina, que se mueve por los orificios
que deja la risa y las lágrimas en los tiempos olvidados,
he venido a buscarme, a buscarte,
a buscarnos,
y aquí me encuentro con este orden
tan muerto que se me revientan los ojos,
y te busco entre las sombras
y tú estás sin ojos también,
como si nuestro destino fuera perder la batalla
sin siquiera haber besado al enemigo,

Pero no nos quedamos quietos,
no nos asusta la fatalidad del orden,
somos pacientes observadores,
guerrilleros sin rumbo,
actuamos desde la fila de los exitosos
y nos cagamos de la risa
mientras se derrumban los sueños colectivos,
tus cadenas cesan,
también las mías,
miramos al cielo
y vemos que llueven cuchillos,
tu abres la boca y yo te imito
con un torbellino histérico sacudiendo mis entrañas,
con esa delicadeza psicótica que es el encuentro con la muerte,
pero no hay fin, los cuchillos entran por nuestras bocas
y bailan con nuestras lenguas,
la sangre corre por la calles,
por los techos,
brota por las alcantarillas,
el caos mueve los pies y los ojos civiles,
mientras tu lengua y la mía bailan
borrachas de muerte y de vida.

1 comentario:

Julie dijo...

Uff. Inquietante, pero bonito ir acompañado en este flujo de muerte y de vida.

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