Toda esta inconsecuencia
tiene garras y mal aliento,
arriba del mar
los que lo necesitan,
aquí abajo,
la basura es el océano más decente,
seco y duro,
comida de vagabundos,
del que maneja mi boca.


Yo no necesito,
ni extraño nada,
el mar se debe reír de mi,
porque no lo conozco 
ni lo extraño,
porque el agua que observo 
sólo está en las lágrimas.


Si trunco mi calma,
los poderes
del caos
me toman y
me convierten en estas letras
pobres,
mugrientas
y tan mías. 


Tengo suerte,
me falta el éxito,
y el trasplante de carne,
me falta ser el barro,
me falta petrificarme,
para que me quiebren y me armen
cuando el agua y la tierra lo digan.


   

  

1 comentario:

Unknown dijo...

Te adoro. Y ya lo sabes, me encanta. Al igual que tu, eternamente.

Aun seguimos siendo, nuestros mas dulces amigos =)

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