Se había preparado durante varios meses, tenía en casa todos los implementos, desde el más necesario hasta el más exagerado. Llegó el mismo día que el creyó que llegaría. No se trataba de algo muy especial, solo un par de coincidencias que aumentaron el efecto de su paranoia habitual.
Antes de salir se detuvo un momento frente al espejo y se contempló. Recordó casi instantáneamente y sin explicación coherente alguna, el Santiago del 1998, el barrio Yungay, las caminatas por las calles clandestinas para su condición de ese entonces. Recordó tantas cosas y ninguna le frenó a hacer lo que tenía en mente. Cuando salió de la casa, trató de encontrar alguna respuesta a la llegada de tantos recuerdos, todos inconexos, emotivos pero sin sentido; a él le gustaban así, pero en aquellas circunstancias la emotividad de siempre no era más que una sonrisa forzada, un par de lágrimas y ya: la pura rutina.

Entonces caminó. Caminó varias horas y no quiso parar ni un segundo. Cuando llegó, con la cabeza vacía al fin, se sacó el abrigo, encendió un cigarrillo y miró el piso.- Cuánta sangra habrá corrido bajo mis pies- No dijo nada más y se sentó en la cuneta a esperar a que le llegara la muerte, le quedaban por lo menos 15 años, pero tenía todos los implementos, desde el más necesario hasta el más exagerado.

2 comentarios:

Jana. dijo...

Ese Santiago del '98, que perfectamente puede ser del '12. Como cuando nos remontamos a recuerdos tan nítidos y falseados se nos plazque recordar.
Cuando hablas de ese hombre, se me vienen miles de rostros a mi memoria.
Tremendo texto, como suele ser cada vez que visito este lugar.


Saludos, Fa.

Jana. dijo...

Especule, lo que quiera :)

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