Abarcaste demasiado, sin saberte ni tocarte, sin siquiera encontrarte en
mi ruta sangrienta, llegaste indiferente y te transformé en amuleto de
deseo, como si fueras algo que llegó para mi deleite y ansia de desafío.
Que hipócrita soy; me desvisto en nombre de la locura; ¡me proclamo
vidente de lo sin sombra! y de pronto me veo cosechando miserias
maquilladas de pasado sin futuro.
Salgo al mundo con mi trofeo de arena, regalando carcajadas, tan infame,
tan contento. Salgo sin zapatos a existir desde las piedras, desde las
colillas; y desde ella que se ahoga en las cenizas dulces de nuestro
nido metafísico. Salgo con la lengua pegada en la frente, a [tratar
de] decir sin palabras que la lluvia nos sale por la boca y aun así la
sequía nos acuchilla.
Pobre de mis fantasías congeladas en los años del libertinaje infantil,
¡pobre de mi que nado en un mar de piedras! ...Tan fácil que es mirarse
desde el ocaso terrible de el sufrimiento sin culpas, desde la piel de
la víctima ¡¡¡¡ay!!!!! pobre de mi desdichada existencia que aun no se
entera que el agua es líquida. Antes no se veía tan lógico: la lengua
pegada en la frente: "el clímax de la [falsa, terriblemente falsa]
libertad".
Resulta que se me olvidó que la lengua no va en la frente; la saliva me
inundó los ojos; el victimario se mira el espejo y se descubre
víctima...Y la vida sigue, y ahí vamos oooootra vez.
Así que tú eres el ornitorrinco. Ilógica insuprimible porque la belleza
se te sale por todos lados. Te veo pasar por las calles de mi castillo
en ruinas, caminas indiferente y yo con mis otros ojos te reconstruyo y
te hago amuleto. Debo dejarte ir entonces, dejarte y dejarme y no
convertirte en objeto, no triturar mi voluntad en fantasías donde tu
eres nido y yo pajarito sin alas.
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Viajeros en la luna de Vathé